Hoy, después de los especiales de Halloween y de la luna nueva en escorpio, quiero contarles un poco de la campaña realizada en España por la memoria de las mujeres perseguidas por brujería, que me topé por casualidad luego de que un amigo de Ghana me diga a través de Whatsapp, sin que le tiemblen los pulgares, que tanto la brujería como la homosexualidad son castigadas y perseguidas en África, especialmente en el centro y sur, con numerosos casos de mujeres y niños acusados y asesinados sin documentar; es más, hace un mes, en la República Democrática del Congo, 8 mujeres fueron quemadas vivas tras ser acusadas de practicar brujería y desde junio suman 324 acusaciones similares.
Un problema actual: purgas en el tercer mundo
Titulares como Mujer asesinada bajo sospecha de caza de brujas ó Mujer golpeada hasta la muerte por vecinos en sospecha de practicar magia negra son frecuentes en la India, donde las estadísticas oficiales hablan de 21 distritos con casos de caza de bruja o purga de brujas. Tal es la magnitud del problema y la presión de las ONG locales que se generó un acta de Prohibición, prevención y protección para implementar de forma urgente el castigo y multa a quienes acusen a la gente de “bruja”. El último caso se dio en octubre del 2020 en Guwahati, ciudad comercial del estado de Assam donde dos mujeres fueron asesinadas por sus vecinos por traer mala fortuna y muerte a sus familias.
En la ciudad de Calabar, al sureste de Nigeria, el estigma de los niños brujos que estalló en los años 90 continúa al día de hoy, resultando en niños refugiados luego de ser torturados, violados y expulsados de sus hogares por chamanes que los señalan como causantes de desgracias, por más que el código criminal de Nigeria prohíbe acusar o amenazar con acusar a alguien de brujería y se haya firmado una Ley de Derechos de los Niños en 2003.
Para detener la violencia, en julio se aprobó una resolución de la ONU promovida por varios gobiernos africanos que insta a “eliminar las violaciones a los derechos humanos ligadas a acusaciones de brujería y prácticas rituales, unos abusos de los que son frecuentemente víctimas mujeres y niños” como una medida que garantice la seguridad en la región.
Por su parte, en Indonesia las muertes de hechiceros (dukun santet en indonesio) se suceden año a año, al punto que desde los incidentes de 1998 que dejaron un saldo de 300 muertos en cuestión de un par de meses el Estado ha intentado legislar sobre la magia en varias oportunidades sin conseguirlo del todo.
Si bien estos sucesos no parecen replicarse en América y en Europa, es útil retomar las palabras de la campaña mencionada al inicio de esta nota: “Tomar medidas para reconocer el crimen cometido contra estas mujeres y crear espacios que nos ayuden a reflexionar y no repetir el pasado son cruciales porque la caza de brujas no ha terminado” son algunas de las estrofas del manifiesto de Memorias de las Brujas, que desde una perspectiva feminista busca reabrir y reinterpretar para que no se distorsione ni se lucre con la historia de los miles de mujeres que fueron condenadas en el pasado y que como vemos, en muchas partes del mundo siguen siendo víctimas.
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