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He de arrancar este artículo con una confesión. Quizás sea un poco fuerte decirlo, pero creo que es necesario. Supongo que mucha gente se sentirá como yo y leer esto le va a hacer bien: me gusta Tan Biónica. No puedo evitarlo, me gusta mucho desde, al menos, los 10 años, cuando tan mal visto no estaba. Es que, como algunas personas sabrán, la banda de Chano ha sabido tener distintas facetas entre la consideración de la gente, algo que les pasa a muchos otros grupos. Voy a denominar esta trayectoria como la “Curva Tan Biónica”. Esta implica un momento inicial en el cual el público dice “che, ta bueno esto”; una segunda en la que el grupo entra en un boom, se vuelve conocido y las mismas personas que antes decían que estaba bien empiezan a decir que es una garompa comercial; y, por último, una tercera fase más reivindicatoria en la cual los fanáticos de la segunda fase con las personas de la primera llegan a un acuerdo que se podría resumir en un “no era la mejor banda del mundo, no era la peor, pero todos admitimos que tenía temazos”.

Ahora bien, mi problema fue que agarré la primera fase más bien de chico y la segunda ya entrado en la adolescencia; en ese sentido, a los 11 cantaba sin vergüenza canciones sobre falopa —sin saber que hablaban de falopa—. Sin embargo, a los 15 —cuando Tan Biónica estaba en su apogeo y su música retumbaba en medio de la campaña de Mauricio Macri a la presidencia— yo me encontraba en una fase de negación, haciendo chistes sobre los choques de Chano y riéndome de la gente que realmente era muy fanática. Pero, a la vez, cada vez que nos juntábamos con amigues y sonaba una canción vieja de la banda todos la cantábamos por una razón muy básica: todos la sabíamos. A todos nos gustaba, pero reprimíamos ese gusto porque estaba mal visto. Cuando a alguien le llamaba la atención que podamos cantar todo el rap de Arruinarse —temón— nos escudábamos diciendo: “Jaja, es consumo irónico”, pero no lo era. Solo era vergüenza.

Volvamos ahora al presente. Hace un tiempo, supongo que en el 2020 —pues pandemia—, encontré un canal de YouTube que lentamente se iba a transformar en uno de mis favoritos: Navaja Crimen. El concepto del canal es simple: Navaja —dado que no sabemos su nombre real vamos a decirle así— elige un tema sobre algo que le gusta y lo analiza a través de un concepto como puede ser el amor, el sexo, el tiempo, etc. Pero a pesar de la variedad conceptual que pueda existir o la infinidad de películas, series o juegos que puede elegir para sus análisis, podríamos decir que siempre los temas escogidos están relacionados con alguna de las siguientes cosas: con la nostalgia y/o con el falso consumo irónico.

Así, en su canal nos podemos topar con videos que van desde los canales infantiles de la década del ‘90 hasta Floricienta, pasando por los Backstreet Boys, Bañeros 5, Guido Kaczka, Maradona, Casi Ángeles y High School Musical. Como observamos, todos consumos que o son viejos o nos podrían avergonzar (especialmente, pero no por eso únicamente, a los varones heterosexuales). Pero he aquí la particularidad del canal: los consumos irónicos no son tratados como tales, sino como lo que genuinamente son: consumos, serios y válidos, a pesar de los prejuicios en contra que pudiéramos tener sobre ellos.

Vamos a un ejemplo: en su último video, Navaja hace una Masterclass sobre la vida y obra de Taylor Swift, una “rubia, cheta, de Belgrano, que pinta mandalas” (la cita es textual). Así, a partir de su biografía, de datos de público conocimiento y de su discografía, Navaja realiza un análisis que, si bien es humorístico, nunca descansa en la facilidad de afirmar que se trata de un consumo irónico, sino por el contrario, de uno más que genuino. Y es que, si bien a Navaja le gusta —demasiado— Taylor Swift, la pregunta que guía el video es válida y vale la pena ser respondida: ¿por qué una cantante con limitantes musicales y letras cliché puede alcanzar la fama y el cariño mundial?

Ahora bien, como dijimos, el segundo hilo conductor del canal que nos reúne aquí es el de la nostalgia. Muchos de los ejemplos ya señalados tratan esa dimensión y esto es algo que no debería sorprendernos. Vivimos en la época de las remakes y continuaciones —Mulán (2020), El Rey León (2019), Aladdín (2019), Cobra Kai (2018-2022), son algunas de ellos—. Es decir, si es una época eminentemente nostálgica, ¿por qué Navaja Crimen debería estar por fuera de ello?

Reinhart Koselleck —historiador alemán ya fallecido— alguna vez argumentó que nuestra percepción sobre el tiempo es también una construcción histórica que muta al ritmo de los acontecimientos. Es decir, la forma en la cual pensamos sobre el pasado, presente y futuro es distinta según el momento en el cual lo hagamos. Para comprender mejor este fenómeno, elaboró dos categorías: la de “espacio de experiencia” —que se refiere a la forma en la cual pensamos el pasado— y la de “horizonte de expectativa” —para la forma en la cual entendemos el futuro y le adjudicamos valores.

Así, para dar algún ejemplo, podríamos decir que una de las características fundamentales de la modernidad, posterior a la Revolución Francesa, es la del desequilibrio entre el espacio de experiencia y el horizonte de expectativa. El pasado es percibido de manera negativa, como un lugar atrasado donde encontramos obstáculos como la religión y el sistema monárquico, mientras que el futuro es percibido positivamente como el lugar donde el progreso indefinido se halla.

Ahora bien, luego de que cayó el Muro de Berlín y, con él, la alternativa socialista al capitalismo neoliberal más recalcitrante, podríamos decir que esta mirada cambió rotundamente. Sin otra opción que una realidad cada vez más precarizada, sin señales de estabilidad, con un apocalipsis ecológico a la vuelta de la esquina, con una pandemia reciente y con cada vez más desigualdades, el pasado dejó de verse percibido negativamente. Se convirtió así en un lugar seguro, donde reinaba la estabilidad y éramos felices —incluso en momentos no tan felices como los 80’s y 90’s—. Así, en primer lugar, florecieron películas y series sobre el futuro que a diferencia de las elaboradas en el siglo XX —como los Supersónicos o Volver al Futuro— mostraban un futuro desolador y gris. Pero también comenzaron a aparecer con fuerza, más recientemente, películas y series donde el pasado aparecía como algo hermoso, como Stranger Things.

Sin embargo, también, en una generación que entró a la adultez en este contexto, los videos de Navaja Crimen se nos aparecen de manera genuina como un portal hacia un tiempo en el cual creeríamos que fuimos felices, donde veíamos Cartoon Network durante el almuerzo y novelas de Cris Morena en la merienda. En el cual no nos daba mucha vergüenza mirar High School Musical y, ¿por qué no?, escuchar Tan Biónica.

Categorías:
Cultura

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