Cómo surgió la idea de crear Hwarang Editorial.
Este proyecto nació con Nicolas Braessas (fundador), fue él quien se involucró profundamente en el proyecto desde el inicio, yo me sumé más tarde como coordinadora. Los “Hwarang” eran un antiguo grupo de guerreros poetas de Corea, (considerados guerreros de élite) que funcionaban como bibliotecas ambulantes encargadas de preservar la cultura en un pequeño reino constantemente amenazado con desaparecer. En la editorial buscamos mantener viva esa idea de conservar y valorar el tesoro cultural.
¿Cómo fueron esos primeros pasos para establecer la editorial?
Nicolás estaba obsesionado con el tema y se fue a Corea a estudiar. Allí, su maestra argentina Sunny lo ayudó enormemente con el proyecto. A pesar del gran choque cultural, regresó muy entusiasmado, pero cuando trató de avanzar, las respuestas fueron desalentadoras. Solo después de materializar una editorial y demostrar su existencia, podría empezar a desarrollar otra relación con Corea.
Clarísimo los contratiempos de llevar una empresa independiente especializada en literatura contemporánea coreana.
Los obstáculos son numerosos, especialmente porque vivimos en Latinoamérica y más específicamente en Argentina. Tenemos un mercado importante y una cultura relevante, podemos establecer una base y distribuir a Uruguay a través de la ‘Librería Escaramuza‘; además, contamos con un distribuidor en Chile. No obstante, enfrentamos numerosos obstáculos. El primero es la cuestión cambiaria. Además, en este momento Corea está de moda, lo que constituye otro desafío. Así, los precios de los autores están algo inflados.
Destacarse entre los gigantes siempre fue complicado…
Pero lo positivo es que el LTI (Instituto de Traducción Literaria Coreana) subsidia muchas obras y a los traductores. En cuanto a los problemas, bueno, son los típicos de cualquier país un poco periférico, cualquier país que necesita hacerse notar y valorar. Las negociaciones con las editoriales a veces son algo ásperas; además, pueden demorar en contestar y te preguntas si archivar el proyecto o no, sabiendo que ya enviaste la propuesta y están intentando venderla a alguien.
Retomando lo que mencionaste sobre la comunidad coreana y cómo actualmente deben lidiar con la inflación, ¿por qué creen ustedes que, a diferencia de estos movimientos, la literatura coreana tardó más en integrarse?
Honestamente, pienso que la literatura es de nicho hoy en día. Nos duele en el alma decir eso, pero la realidad es que las personas que leen actualmente son aquellas realmente interesadas en la lectura, y es un hobby más. Primero, ocurrió algo importante: durante todo el siglo XX, Corea estuvo bajo una dictadura, después de haber sido devastada por el Imperio Japonés y de haber enfrentado una guerra terrible que les permitió independizarse. En Corea del Sur, con la que nosotros tratamos, el gobierno era una dictadura bastante fuerte y represiva. Así que la literatura coreana del siglo XX, si bien no es mala y contiene obras muy realistas, no tuvo el espacio para florecer porque la prioridad era sobrevivir, y a menudo no había comida. El cine coreano, por ejemplo, es superior y ha recibido muchísima inversión y difusión. Todo el mundo ve series coreanas, pero la literatura sigue siendo de culto y de nicho. Hay muy poca gente que se dedica a la literatura y, dato no menor, son mayormente mujeres. Aún existe una cuestión de roles de género; por ejemplo, las mujeres tal vez tienen más tiempo para dedicarse a esto y, bueno, la situación sigue mejorando; sigue siendo valioso el aspecto cultural de leer y todo lo que conlleva.
En el proceso de selección de las obras que van a traducir, ¿encuentran temas recurrentes que resulten llamativos para nuestra perspectiva occidental?
Sí, encontramos muchas cosas. El trabajo editorial siempre es una negociación entre lo que quiero y lo que necesito, siempre existe una negociación interna sobre qué títulos seleccionar para vender, los cuales después permiten financiar proyectos que realmente nos interesan. En ese sentido, como latinoamericanos, sí hay temas recurrentes que me llaman mucho la atención. Así que hay mucha literatura sobre quienes quedan atrapados en medio del cambio de un país del Tercer Mundo a uno del Primer Mundo, en una sola generación. Hay bastante literatura sobre ciencia ficción que me fascina y también me parece súper interesante que, aunque todo se presenta desde una perspectiva cultural distinta, ningún tema es completamente ajeno a nosotros.
En relación a estos puntos en común que mencionás, ¿se reflejan en la recepción de la comunidad coreana, más allá de los lectores argentinos? ¿Han encontrado respuestas favorables?
Corea es, en cierto modo, como cualquier país con una diáspora significativa. Los coreanos se sorprenden gratamente cuando descubren que valoramos a sus grandes escritores, casi como si tradujéramos al Borges coreano, y eso les resulta fascinante. Nicolás, por ejemplo, traduce en colaboración con Sunme Yoon, una traductora pública y bilingüe cuyo conocimiento es esencial para capturar ciertos matices que quizás pasarían desapercibidos sin su perspectiva. Es como si yo te dijera, “me comí un chori o me comí un lomito”.
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentás al traducir del coreano, considerando que este idioma representa un mundo completamente diferente para nosotros?
Los temas grandes de la humanidad no son tan diferentes entre sí en un mundo tan globalizado. Aunque hay diferencias culturales que son súper interesantes, también hay muchas similitudes porque al fin y al cabo, somos personas. Una vez Nico estaba traduciendo un cuento en el que uno de los protagonistas tenía una línea en la que mencionaba que se pasaba un huevo por la cara. Nosotros no entendíamos hasta que Sunme Yoon (la traductora coreana) explicó que las mujeres hacían eso después de que sus maridos les pegaban para reducir los moretones. Ese pequeño detalle nos revela mucha información sobre el personaje que de otra manera no conoceríamos.
Continuando con el tema del proceso de selección de obras, en sus medios han realizado entrevistas en vivo con autores. ¿Tienen alguna anécdota que puedan compartir sobre esos primeros encuentros?
La anécdota más destacada que tengo fue cuando tradujimos “Intrusos”, un libro que no llegó a nosotros directamente, sino que se le ofreció a Nico para traducir. Es un libro con un tono de novela negra, muy sórdido, que contiene 800 referencias literarias. Más adelante nos enteramos de que el autor no había tenido mucho éxito y estaba de capa caída, y de repente empezó a ganar reconocimiento porque nosotros lo editamos. Fue como: “Che, tengo reconocimiento de un lugar que no esperaba”.
Retomando sus primeros pasos, En 2019, habían publicado 4 libros y luego llegó la pandemia en 2020. ¿Cómo recuerdan que fue ese periodo para la editorial?
No estaba permitido hacer envíos y Nico se volvía loco intentando distribuir los libros. Hoy en día las editoriales operan de manera muy virtualizada, todo es a través del correo, y las redes sociales ayudaron a que el proyecto no decaiga, porque en otra época quizás hubiera sido necesario ir a eventos en persona, y eso sostuvo el trabajo.
Pasemos a las últimas preguntas ¿Podrías explicar cómo funciona su proceso de selección?
Hay que pensar que todo es muy específico, es el nicho del nicho porque es literatura coreana traducida al español. A veces son ellos quienes nos traen proyectos y otras veces es Nico quien investiga. Nos ha ocurrido que proyectos más rentables no los hemos tomado y hemos optado por obras más vanguardistas por una cuestión ideológica, parte de la negociación también implica balancear la vertiente comercial con la académica, pensando que esto podría ser un corpus importante.
¿Y cómo influye lo económico?
La realidad es que siempre se negocia la posibilidad económica; si tuviéramos muchos más recursos, publicaríamos muchos más libros al año. Intentamos sacar al menos cuatro, y si se puede más, mejor. En resumen, nuestro trabajo es investigar y observar cómo está el mercado. Tratamos de diversificar dentro de nuestras posibilidades.
Última pregunta, considerando el nuevo desarrollo de tecnologías, ¿cómo afecta esto a su trabajo editorial?
Nos beneficia enormemente. Recuerdo a un profesor que me preguntaba todos los días: ¿Cómo vas a hacer para ganarle a la inteligencia artificial? y yo hoy en día trabajo sabiamente, nos beneficia como cualquier herramienta, cualquier maquinaria que uno aprendemos a usar bien. Ningún software es tu enemigo ni te va a dejar sin trabajo no la computadora, sino la persona que sepa utilizar esa herramienta. Entonces, nos afecta de manera positiva, simplemente tenemos que saber cómo usarla.