Si alguna vez le dedicaste tiempo a tu avatar, esta chica te va a desconcertar
Hoy creí haber cruzado a una joven que me resultaba familiar en una foto de internet, solo que por alguna razón me inquietaba. Luego la ví rodeada de frases como “I guess track is my favourite sport” (creo que el seguimiento es mi deporte favorito) ó “My aura is titanium” (mi aura es de titanio); acompañada de la actriz Millie Brown de Stranger Things; o bajo un título en la revista Vogue que decía “la chica ficticia del momento” hasta que me dí cuenta que el futuro del marketing de moda se había colado en mis búsquedas.
¿Podemos distinguir lo real de lo fake? -Creo que sí, siempre-. ¿Qué sucede cuando naturalizamos lo exótico?, ¿lo volvemos humano?, ¿confiamos más en un bot que en un humano? -Mmmmm, no sabría responder- ¿Nos sentimos más cómodos hablando con un bot porque estos nos permiten mostrarnos tal cual somos?
“The more memories we gave you the more complex you became programming” (Cuantas más memorias te damos más compleja se vuelve tu programación). Es solo el prólogo, la historia es tuya, le explican los expertos de la empresa Brud a su creación, la influencer virtual Miquela a través de un video en YouTube. “Entonces, tenemos un montón de cosas que explorar”, se dice a sí misma. Claramente sí.
Lil Miquela -o Miquela a secas- es una influencer virtual bastante conocida, ¿pero qué es un Influencer Virtual? Básicamente una personalidad artificial con una imagen generada por computadora -que puede o no parecerse a un humano- utilizada por empresas de tecnología y de marketing para ajustarse a su audiencia, ostentando, lógicamente, el control total de la apariencia y comportamiento del emisor de su mensaje.
Miquela hoy se presenta en su bio de Instagram como músico y como robot-en- busca-de-cambios. Esta chica oriunda de Los Angeles, de 19 años de edad promociona marcas de ropa como Dior y perfumes de Chanel; tiene su lista de Spotify, singles propios, revaloriza la individualidad y el activismo de derechos humanos, brinda su apoyo abiertamente a la comunidad LGBTQIA+, tanto como a Black Lives Matter o Black Girls Code (BGC) y su agenda política está casi al día.
El tema es que no es real.
A nivel global, este modo de comercialización eficiente y novedoso es una industria de 1 billón de dólares con perspectivas de llegar, en los próximos años a los 15 billones, dándonos a entender que el negocio de la inteligencia artificial sumado a la expansión de la International Data Corporation está y seguirá en alza.
Miquela es propiedad de Trevor McFedries y Sara DeCou, fundadores de la startup Brud, especialistas en robótica, IA y Media Business. Actualmente junto a @Bermuda y @Blawco22 llenan las expectativas de consumo de toda una horda de seguidores ávidos de trendings actualizados en sus feeds.
Pero no son los únicos: en Londres abrió la agencia de influencers virtuales The Drum, que utiliza técnicas sociales y machine learning para realizar investigaciones de los gustos y actitudes del público, junto a herramientas como el IBM Watson’s Tone Analyzer -que evalúa qué emociones hay en un texto escrito y que tan intensas son- para crear un personaje, determinar su edad, género, tono de voz y estética para atraer a la audiencia que están buscando. “Todo es sobre que tan agradable, desagradable, neurótico o agresivo va a ser”, dice Neville Spencer, un miembro del equipo.
Cada una de las narrativas son escritas por guionistas que sueñan historias completas y ficcionales para buscar las motivaciones de las acciones de sus personajes, llegando incluso a utilizar herramientas de lenguaje natural para simular que es un humano quien está escribiendo y lograr respuestas creíbles a los seguidores que les escriben mensajes privados a sus cuentas de redes sociales.
Para aquellos que trabajan en la industria de los influencers, las ventajas son innegables. No solo porque las marcas pueden enviar un mensaje efectivo sino también por el grado de exactitud y compromiso genuino de los influencers. Y ejemplifican:
“Tu influencer nunca iría al bosque de Aokigahara -en referencia al video donde un youtuber se sacó fotos junto a un cuerpo muerto en el Bosque de los suicidios en Japón- o diría chistes antisemitas”
Según la compañía existen cuatro razones para su eventual éxito: el ciclo de vida de los influencers o la narrativa de su vida, que permite insertar un producto en cada circunstancia de su historia. Segundo, el volumen de conversación: al automatizar la comunicación se permite que todas las conversaciones reunidas virtualmente sumen información para influir en la decisión de la audiencia. Tercero, el control de riesgo: sabes qué va a pasar todo el tiempo. Cuarto: el dinero. Al pagarle a un influencer se pierden seguidores y dinero. The Drum, básicamente, promete construir una relación emocional idílica con sus clientes casi como se ve en la serie West World. Esto haría es lo que haría un embajador de marca perfecto.
Para algunos, los nuevos influencers resuelven la necesidad de posicionarse políticamente sin involucrar la imagen pública de un ser humano o herir sensibilidades. Pueden mostrar todo a la perfección en vez de buscar trucos de cámara para la toma perfecta bajo el sol.
Otros sostienen que a largo plazo esto impactará en las audiencias más jóvenes, amoldando sus preferencias y dándoles un lugar primordial a quienes buscan habitar una realidad ficticia moldeada por nosotros mismos. Para otros, por el contrario, es solo entretenimiento. Lo cierto es que el mix marketinero de influencers, instagrammers, youtubers y ticktokers son considerados parte fundamental en una industria donde muchos apuestan por dejar los modos tradicionales en pos de nuevas formas de comunicación.
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