El concepto de paradigma ha generado mucha controversia, ya que si bien es posible rastrear el término hasta Platón, y que su raíz etimológica se refiere a modelos o ejemplos, este ha sido utilizado en todos lo ambientes del conocimiento y el desarrollo humano, siendo el más conocido el propuesto por el filósofo de la ciencia, Thomas Kuhn. En su libro, La estructura de las revoluciones científicas, se entiende el paradigma como una teoría o serie de teorías que forman el núcleo de la investigación científica. En torno al paradigma debe de existir un consenso acerca de la validad y viabilidad del mismo y es necesario que la comunidad lo acepte, obviamente con base en la “rigurosidad científica”. Es importante entender que los paradigmas pueden ser dogmáticos y el cambio de ellos puede durar siglos.
Entre estos, hay personas que no consideran que el concepto de paradigma pueda ser aplicado a las ciencias sociales debido a que no existen fórmulas universales sobre las cuales se basan. Por otro lado, hay un sin fin de definiciones y posturas que han llevado el término a todo ámbito, motivo por el cual me daré la libertad de hablar de paradigmas sociales. Si bien no hay fórmulas absolutas como en otras ciencias, sí existen normalizaciones, costumbres y acuerdos no explícitos dentro del tejido social. Y, claro que el internet llegó a modificarlos.
La conectividad ha cambiado la forma en que nos vinculamos, consumimos, comunicamos. Incluso las operaciones bancarias, las inversiones, se han visto afectadas. Tanto así, que aparecieron las criptodivisas, hasta las monedas han tenido que acoplarse a este avance. No conocer la red es prácticamente no existir.
Es por esta razón que el cambio de paradigma resulta un poco distinto a lo que propone Thomas Kuhn. Pareciera que la evolución del internet ha sido orgánica y por lo menos yo no he presenciado muchas posturas contrastantes en este ámbito, al contrario; todos aquellos interesados en el desarrollo e implementación de nuevas tecnologías se encuentran de acuerdo en distintos puntos. Todos los ámbitos de nuestra vida se han tenido que amoldar a esta nueva realidad, no siendo la excepción la manera en que transmitimos nuestros datos y documentos y el tratamiento que se les dan en la red.
Separando la utilización del término y tomándome una licencia, lo voy a extrapolar de forma laxa a la manera en que el manejo de nuestra información ha cambiado. ¿Cómo puedo meter el concepto de paradigma en cuanto a la privacidad en línea? Es innegable que la privacidad e intimidad en línea ha evolucionado junto con el avance del internet. Anteriormente era complicado digitalizar documentos y las instituciones públicas y privadas no contaban con la infraestructura y desarrollo informático para manejar este tipo de archivos, por lo que era obligatoria nuestra presencia para poder realizar trámites y contratos. Ahora, que en internet todo es mercantilizable, nuestros datos son una gran fuente de ingresos para algunas empresas.
La rápida y “paradigmática” evolución del manejo de los datos personales en internet
Ya he hablado en notas anteriores acerca de la evolución del internet, desde el ARPANET, hasta la red 2.0. ¿Cómo esto representa un cambio de paradigma?, En la década del 90 las páginas de internet eran estáticas, la interacción con los sitios era muy limitada, siendo el usuario solo un espectador de lo que podíamos ver en pantalla, aún faltaba un poco para poder conocer las páginas web dinámicas. Durante esta etapa del internet los datos de los usuarios no eran relevantes, el digitalizar documentos no era común y las impresoras multifuncionales no eran de acceso para cualquiera.
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La llegada del internet 2.0 conllevó la creación de páginas web dinámicas, estas permiten una integración activa por parte del usuario y que las webs tengan la capacidad de almacenar su información mediante el llenado de formularios y del envío de documentos digitalizados que pueden ser almacenados.
Este tipo de webs pueden ofrecer información en tiempo real y tenemos el nacimiento de las redes sociales, las webs de compras, plataformas de videos en línea como lo es YouTube; podcast, blogs, entre otros tantos servicios que conocemos y hacemos uso de ellos pertenecen a la versión 2 “del internet”. Pero el gran salto y lo que en mi opinión podría considerar el cambio de paradigma es la llamada web 3.0, lo que lleva consigo el concepto de la web semántica y dentro de lo que engloba esta nueva versión está también el internet de las cosas.
Los servicios que nos parecen tan normales y cotidianos en la actualidad son fruto de ardua investigación, desarrollo y pruebas de las corporaciones que vieron en el internet una forma de aumentar cartera de clientes y con ello diversificar su mercado, haciendo accesibles funciones que anteriormente solo era posible llevarlas a cabo de forma presencial, ejemplificando esto puedo nombrar la banca en línea.
El fantasma de la privacidad en línea
El tema introductorio de esta nota se basa en los paradigmas, esto nos lleva a preguntarnos: ¿cómo se relaciona el concepto mencionado anteriormente con la gestión y la privacidad de nuestros datos y documentos en entornos digitales?
Hasta ese momento al internet no se le veía un potencial tan enorme para explotarlo económicamente, pero conforme este se hizo más accesible y desplazó a otros medios como la radio y la televisión, algunos se dieron cuenta de que era posible obtener ganancias en la red. La pérdida de la popularidad de los medios “tradicionales” provocó que las empresas fijaran su interés en este medio como forma de acercar a los nuevos usuarios a sus productos mediante la publicidad dentro de internet.
Hasta este punto de la historia no habíamos prestado mucha atención a la manera en que manejamos nuestros datos, en esta nueva etapa los servicios ya nos solicitaban un registro en el cual nos era necesario facilitar nuestro nombre completo y fecha de nacimiento, por lo que ya no solo le pertenecen a las instituciones. En los comienzos de los cambios de esquema de la web 2.0 no era necesario facilitar tantos datos, todos los usuarios eran anónimos dentro de la plataforma y el contenido al que podíamos acceder tenía una libertad total. Por otro lado, la publicidad que encontrábamos navegando era mínima y solo unos cuantos obtenían beneficios económicos de ello, beneficios que no eran cuantiosos y en muchas ocasiones solo permitían que el sitio se mantuviera en pie.
La cultura, el lenguaje y la manera de vincularnos se han visto afectados por la globalización de la comunicación: ¿ya puedo llamar a esto un cambio de paradigma social?
Parece que aún no hemos dimensionado la problemática tan grande que esto representa. El hecho de compartir constantemente nuestra ubicación, facilitar documentos de identidad a redes sociales, se traduce en que fotografías de nuestra identificación oficial se encuentran en lSO Servidor de estos servicios, tal como “analizaba” en notas anteriores. Incluso las grandes corporaciones no son capaces de asegurar al 100% la fiabilidad de sus sistemas de seguridad en línea.
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No han sido pocas las ocasiones en que ciberataques han dejado expuesta esta información. En julio del año 2020 se filtra a internet una cantidad de datos equivalente a 38 TB de Microsoft, información de los trabajadores de la empresa. El portal es.estatista.com calcula que esa cantidad de almacenamiento corresponde a 250 millones de cuentas. Por otro lado en 2019 Facebook sufrió la filtración de 533 millones de cuentas de usuarios y aunque la red social reporta que “se trata de datos antiguos”, sean datos antiguos o recientes al final es una vulneración en la seguridad. Por último tenemos a Linkedin con una filtración de cuentas de usuario que alcanzó la cantidad de 700 millones de cuentas.
Breve reflexión de los acuerdos y políticas de privacidad
Pew Research Center es una organización sin fines de lucro que publicó una investigación relativa a este tema llamada: Americans and Privacy: Concerned, Confused and Feeling Lack of Control Over Their Personal Information. Existe un sentimiento general acerca de la falta de control y seguridad en el trato de los datos personales, a la vez que la publicidad personalizada es una realidad.
En México contamos con la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares, en donde se especifican las responsabilidades de ambas partes. La página protecciondatos-lopd.com especifica que la ley española exige que los avisos y textos legales sean redactados de forma clara y comprensible, aunque en el mayor de los casos, no los leemos por su extrema longitud.
Las legislaciones de distintos países se han preocupado por el poco control que existía en este ámbito siendo el motivo de la exigencia de las políticas de privacidad y sí bien, muchas plataformas no cumplen con que estos textos tienen que ser sencillos y sin tecnicismos las redactan para cumplir, ya que el no contar con ello se traduce en una multa que por lo menos en México se establece por un total de hasta USD 400,000.
La realidad es que muchos ciudadanos que utilizan internet no saben que las webs tienen la capacidad de guardar registros digitales de nuestra información. Pero hasta el momento solo se ha comentado la manera en que nosotros facilitamos nuestra información a las plataformas de internet pero aún no hemos tocado el tema de las galletas (cookies) y otras formas de “robo” de información.
Cookies: ventajas y robo de información
Ahora, no es posible negar que las cookies son de utilidad ya que nos facilitan el acceso a correo, redes, blogs y cuantos servicios exista en internet. Sin embargo, se han desarrollado las llamadas “cookies de terceros”, archivos de seguimientos cuya utilidad se basa en la recopilación de datos de usuario, así como de las preferencias y búsquedas. Tienen capacidad de monitoreo y se utilizan en “experiencia de usuario mejorada”.
Está tecnología fue desarrollada por Lou Montulli, ingeniero ex trabajador de Napster y empresario quien en sus palabras: “Mi invento está en el corazón tecnológico de muchos de los esquemas publicitarios, pero yo no tenía la intención que así fuera” agregando: “Es simplemente una tecnología central para permitir que la web funcione”. No seré yo quien negué su enorme funcionalidad, pero como todo en este ambiente, puede ser utilizado para explotar, en este caso información personal.
El problema de las cookies de terceros es que no podemos saber exactamente quién o cuáles empresas son las que obtienen nuestros datos y esto sin duda es preocupante principalmente porque a menos que estemos aceptando cookies temporales, la demás quedarán en nuestro equipo, enviando información de forma constante mientras navegamos resaltando que esta transmisión se da sin el consentimiento del usuario.
Pero las prácticas desleales no se dan solo al momento de que nos meten un archivo en nuestro equipo y nos roban datos, sino que algunas páginas vuelven tedioso el poder configurar nuestras preferencias, por lo que la opción más viable es aceptarla y olvidarte de visitar cierta web sí es que solo necesitas consultar información, pero una vez aceptadas estarán en nuestro equipo. Otras páginas suelen tener un botón que nos permite rechazarlas de forma directa, eso ya depende de la ética de cada portal.
Investigadores de la Universidad del Ruhr de Bochum en alemania publicaron un estudio llamado: “(Un)informed Consent: Studying GDPR Consent Notices in the Field” en donde se estudian las interacciones de los usuarios con los banner de cookies y de qué forma la posición de los mismos y la información que contienen promueven o no una decisión consciente y consensuada. Damos nuestro consentimiento de manera desinformada, algunas otras páginas difuminan la información de fondo para resaltar el banner. No existe una estandarización acerca del formato del mensaje lo que vuelve confuso y nos demanda más tiempo cuando navegamos en internet.
Es necesario educar a los navegantes de internet acerca del potencial “peligro” que representan el aceptar las cookies sin haber leído la política de privacidad y el uso que se les dará a los datos que estos archivos recaban de nosotros. Por un lado un desarrollador web llamado Daniel quien dice ser de Croacia ha creado una página y una extensión para navegadores llamado i don’t care about cookies, esta extensión en la mayoría de las ocasiones simplemente ocultará la advertencia, pero la aplicación puede tomar la decisión de declinar o aceptar las cookies, por lo que la única manera de evitarlo es principalmente aprender a borrarlas de nuestros equipos.
Fuentes:
- https://humanidades.com/paradigma/
- https://www.bloghemia.com/2021/03/thomas-kuhn-que-es-un-cambio-de.html
- https://interserediciones.com/nuevos-paradigmas-de-internet/
- https://www.elprogreso.es/articulo/noticias/cambios-paradigmas-traidos-internet/201805120013191311735.html
- https://static.nuso.org/media/articles/downloads/3145_1.pdf
- https://www.bbc.com/mundo/noticias-40443519
- https://cnnespanol.cnn.com/2021/05/26/aceptar-uso-cookies-navegacion-privacidad-peligro-orix/
- https://ssires.tec.mx/es/noticia/privacidad-digital-como-los-gobiernos-y-empresas-abusan-de-nuestros-datos
- https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LFPDPPP.pdf
- https://protecciondatos-lopd.com/empresas/he-leido-y-acepto-la-politica-de-privacidad/
- https://www.pewresearch.org/internet/2019/11/15/americans-and-privacy-concerned-confused-and-feeling-lack-of-control-over-their-personal-information/
- https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/mx/Documents/risk/mx(es-mx)LeyFederalprotecciondatos_260810.pdf
- https://es.statista.com/estadisticas/636283/delincuencia-cibernetica-las-mayores-violaciones-de-datos-online/
- https://ssires.tec.mx/es/noticia/privacidad-digital-como-los-gobiernos-y-empresas-abusan-de-nuestros-datos