En Tasmania, una remota isla de la costa sur de Australia, una estructura similar a una caja del tamaño de un autobús está por registrar y grabar el fin del mundo tal como lo conocemos.
Supongamos que el mundo colapsa y solo unos pocos edificios quedan en pie ¿Qué sería de nuestros logros como civilización, de nuestros siglos de historia? ¿A que quedaría reducido todo?
Movilizados por estas preguntas y por la crisis climática que se avecina, un grupo de científicos y artistas crearán una caja negra que almacenará toda la información necesaria para reconstruir las causas de esta catástrofe de escala planetaria, con el objetivo de advertir y entender las malas decisiones tomadas si la humanidad es destruida en un futuro cercano.
El proyecto se llama Earth’s Black Box y va a ser un inmenso monolito con paredes de 3 pulgadas de espesor a base de aluminio y acero. Por dentro tendrá un sistema de almacenamiento digital alimentado por paneles solares que recolectará información disponible en internet -de fuentes autorizadas y reconocidas- sobre los niveles de gases de invernadero en la atmósfera, la concentración y pérdida de la biodiversidad, la temperatura promedio del mar así como también las acciones e inacciones de los líderes de las naciones, sumado a una gran reseña de notas de diarios, redes sociales y revistas científicas.
“Esta caja estará ahí para registrar cada detalle, cada acción e inacción que se tome, de modo que quien quede o quien la encuentre podrá aprender de nuestros errores y no repetirlos” sostiene Jim Curtis, director creativo de Clemenger BBDO, la exitosa y extensa agencia de marketing y comunicación australiana responsable del concepto: ‘’La idea es que si la tierra sucumbe como resultado del cambio climático este instrumento de grabación indestructible estará allí para que, quien sea que esté, aprenda de ello’’ lo que suena muy lógico y fantástico a la vez. A los creativos se sumaron investigadores de la Universidad de Tasmania, incluyendo arquitectos y artistas entusiasmados con el proyecto y con la esperanza de no tener que abrirla.
Jim detalla en su perfil su compromiso medioambiental y su rol como investigador de Behaviour Works Australia (la conducta se trabaja en Australia) un grupo resultado de la fusión entre el instituto de sustentabilidad Monash, EPA Victoria,y una larga lista de organizaciones filantrópicas que comparten intereses en la investigación de los cambios de conducta y la sustentabilidad del ambiente. En otras palabras, estos señores se juntan para investigar las áreas del entendimiento e influencia del comportamiento humano y aplicarlo al aprendizaje interdisciplinario, con un especial énfasis en obtener resultados que tengan relevancia para generar campañas publicitarias que motiven cambios en el consumo de bienes o servicios, y, en este caso, tratar de no matar al planeta antes de buscar una nueva casa.
Volviendo a la caja negra, son muchas las preguntas que hay al respecto del impacto real de este proyecto, su viabilidad y consistencia. La caja promete “hacer que nuestros líderes rindan cuentas”, todo un sueño publicitario, redituable para la agencia de marketing pero también con chances de despertar la curiosidad de más de uno acerca de la lista de horrores que generamos día a día sin medir las consecuencias..
Aplaudimos de este modo todo proyecto de corto y largo plazo que permita repensar qué está pasando con nosotros y el planeta donde pareciera que todo lo que nace es malvado.
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