
Foto del Ministro de las Culturas de Colombia Juan David Correa en la ceremonia de perdón a las comunidades del Amazonas por el “genocidio” del caucho, el 23 de abril de 2023 en La Chorrera. Fuente: Agencia EFE
“Como Gobierno debemos mirarlos y pedirles perdón”. Con esta frase el ministro de cultura de Colombia, Juan David Correa, pidió perdón a las comunidades que fueron esclavizadas en el departamento del Amazonas. Pasaron 79 años para que un gobierno tomara la vocería del perdón, concepto que pareciera no existir en nuestra cotidianidad. Claro, las formas de violencia en Colombia son mutantes, se alteran constantemente; no existe una referencia.
Y volvemos a la extranjerización constante de nuestra tierra, Peruvian Amazon Rubber Company, fundada en Londres en 1907 por el esclavista Julio Cesar Arana del Águila. Y sí, asesorado por cuatro ingleses desde la city. El imperialismo inglés tan propositivo cuando de esclavos se trata.
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¿Los y las esclavas? Las nacionalidades indígenas, mismas que durante 500 años han sido explotadas, forzadas a desplazarse de sus territorios y absolutamente ausentes del marco de los Derechos Humanos: pueblos uitoto, bora, okaina y muinane. Pero tengamos algo en claro: el privilegio citadino estructura la educación, desde ahí jamás nos cuentan la historia oficial, eventos de la realidad histórica.
Hoy, un gobierno no de izquierda, sí socialdemócrata, llegó a la zona, aceptó la responsabilidad histórica, reparó y pidió perdón a las comunidades. 6 millones de hectáreas de tierra han vuelto a esta nación en la selva; la Asociación Zonal de Cabildos y Autoridades Tradicionales de La Chorrera es dueña, poseedora y hermana de la Pachamama.
Pero abracemos este relato con la coincidencia del perdón estatal, de la simbología, la práctica y el retorno del alma de los pueblos, “La Vorágine”, del célebre escritor colombiano, José Eustasio Rivera:
“El alma es como el tronco del árbol, que no guarda memoria de las floraciones pasadas sino de las heridas que le abrieron en la corteza”.
¡El Amazonas es el alma, el soplo, es madre y poder, no caucho!