En un contexto donde la inoperancia del sistema judicial deja a la comunidad desprotegida, surge la pregunta: ¿Es legítima la defensa propia armada contra delincuentes? ¿Podemos considerar a alguien un ciudadano ejemplar por tomar la justicia en sus propias manos? Aristóteles nos enseñó que “la virtud de la justicia consiste en la moderación según lo dispuesto por la sabiduría”. Sin embargo, ¿es sabio actuar con furia y violencia contra aquellos que identificamos como delincuentes?
¿Es mi defensa la defensa de la comunidad ante la inoperancia del sistema judicial? ¿Soy un ciudadano ejemplar si me armo para “dar de baja delincuentes o eventuales delincuentes? ¿Los ladrones deben morir?
Según Aristóteles, “La virtud de la justicia consiste en la moderación según lo dispuesto por la sabiduría”. Ahora, ¿es una turba montada sobre los más furiosos impulsos atacando a quien reconocen como delincuente sabio? Valores como la libertad y la igualdad fueron entendidos por los griegos como fines sociales… asimismo la justicia.
Y claro, desde ahí puede uno entender que la ira nubla la razón, gana el impulso. No es precisamente el fin de una sociedad democrática. Entendamos los eventos que posiblemente llevan a robar a un joven. Nacimiento y crecimiento entre la carencia, la posibilidad de abusos, el ejemplo, la desescolarización, una familia disgregada y problemática y, sobre todo, la ausencia del Estado con las oportunidades que ello traería para su vida.
Entonces bien, ¿el crimen en sus estadísticas baja los indicadores cuando se apalea desproporcionadamente o se mata a un delincuente? ¿Cambiamos como sociedad en un camino que nos lleve a entendernos desde otras dinámicas? ¿El Estado pierde el monopolio de la fuerza y la justicia de lo que teóricamente imparte?
¿Odiamos a alguien que no conocemos como para llevarle a la muerte?
“La idea griega de justicia se erigió sobre pensamientos muy teológicos, en donde en la Ilíada homérica, se describió a la diosa Temis quien era considerada como una asesora de Zeus, ya que esta tenía la potestad de hacer sentencias sobre los dioses del Olimpo”.
¿Y hoy quién sentencia?
Pues pertenecer a una sociedad, del espacio que sea, para ser parte de un zoológico asesino y odiante no es mi interés. Si no hay justicia, que la injusticia no la reemplace.