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Ebenezer saluda todos los días con un “Hello dear, bless you god will be with you” y se despide con “bless you He will be with you” casi de manera inconsciente, automática. Nunca olvida recitar este mantra, lo hace sin pensar incluso cuando los apagones eternos ocupan su casa en medio de las clases virtuales de español. Su aula es un rincón de la casa, junto a una ventana cubierta de un polvo rojizo sucio que se impregna en el pelo, rostro y pulmones de todos. De fondo se cuelan  las conversaciones de sus padres, hermanos y algún vecino. En esa penumbra cotidiana se delinean dientes blancos enmarcados en labios gruesos, ojos amarillos, y una voz calma que no sube de tono de un futuro sociólogo de 24 años, soltero “necesitas dinero para tener novia”. A veces también se escuchan otras cosas,  en esos momentos la comunicación de whatsapp cae de forma abrupta para segundos más tarde leer un mensaje de él preocupado diciendo, que hay disparos que se lo espere que ya va a pasar. No importa lo que suceda.

El nunca maldice. Da la impresión de que nada lo detiene.

Camina mucho.  Es flaco, muy flaco. La ropa ajustada le queda con aire, como si fuera prestada. Es fanático del fútbol y sigue todos los partidos de Chelsea un equipo local y a Messi a donde juegue. Le gusta salir en fotos con anteojos negros noventosos posando, mirando a camara muy de cerca, siempre sonriente, resiliente, prefiere la ropa blanca para las entrevistas y el jean para trabajar. Es empleado medio tiempo en un restaurante lejos de su hogar pero sin propinas. En su familia cuenta que son todos docentes, esperan alguna oportunidad para viajar a la Argentina donde saben que hay una comunidad grande de nigerianos, pero siempre pasa algo: un estafa, un trámite imposible o problemas en la frontera. Pero tiene fe racional en las cosas.  Él mismo dice que la culpa de todo lo tiene su educación en su infancia: “mi familia me crió viendo el aprendizaje como algo sagrado” y ese caminó lo transformó en quien se define hoy “un activista, académico y formulador de políticas”. Recuerda en su infancia su casa, cuando ir a la iglesia era obligatorio. Y estudiar también. Pero esa religiosidad —que aún habita en sus saludos— es la misma que luego lo empujó al cuestionamiento.

Mientras habla señala hacia una ventana cubierta de polvo anaranjado y espaciando palabras como quien busca algo en sus recuerdos, cuenta cómo los pastores ofrecían “milagros en 24 horas” a cambio de dinero, cómo la gente callaba frente a injusticias en nombre de Dios, cómo se pedía fe, no respuestas. En su comunidad dice que la gente ignora o atribuye sus problemas a fuerzas espirituales  “lo dejan todo en manos de  Dios”, incluso frente a casos evidentes de corrupción, abuso o injusticia, “si cuestionás eso, te tildan de rebelde o sin fe, todo eso me generaba muchas preguntas: ¿por qué la gente cree lo que cree? ¿Por qué tanta resignación y fe ciega? ¿Por qué se repiten siempre los mismos problemas sociales?”.

Todas esas preguntas fueron saciadas con el tiempo pero no fue inmediato, no fue un momento, sino años de observar problemas lo que moldearon su elección “ elegí la sociología porque quería entender el comportamiento humano, identificar las causas de fondo y, con suerte, encontrar soluciones. Con el tiempo entendí que la pobreza no es solo una condición: es una herramienta poderosa que las élites políticas y religiosas usan para controlar y oprimir a las masas”.

 

Screenshot de la primera Dama de Nigeria, la senadora Oluremi Tinubu en el Programa Conjunto de ONU Mujeres y UNICEF para la Eliminación de la Mutilación Genital Femenina (MGF) el 14 de julio del 2024 en Nigeria. 23 feb 2025. Fuente: TVC Nigeria

 

En 2022 decidió  hacer un trabajo de campo para su carrera. El tema que eligió fue el de la Mutilación genital (MGF), aún  común en el sudeste de Nigeria. Empezó por hacer encuestas en varias zonas sobre el  tema, para poder tener una charla más profunda con ellos sobre por qué se hace eso y cuáles son las posibles soluciones. Algunos le hablaron, otros no. “Quiero entender por qué todavía creen en estas cosas. Si es por ignorancia o por religión. Y si entiendo eso, puedo pensar cómo educar distinto”. Ese deseo no solo lo mueve sino que le permite sobrevivir en un territorio con el cual está en constante disconformidad.

Desde el  2015, cuando el país entró en recesión y  la moneda- el naira- se devaluó, Ebenezer se transformó en un chico crypto “Invertí porque acá se gana entre 25 y 40 dólares al mes. Tengo que hacer algo a largo plazo”. La criptomoneda local se  llama Wakada Inu por el meme que nació de la película de Marvel Black Panther. “Tengo algunos tokens de esa cripto. Debería ser una moneda de Sudáfrica. Es nigeriana, pero debería ser de Sudáfrica”, dice riéndose.

Sueña con tener tierra. Con invertir en Argentina, que le suena a oportunidad. “Allá hay mucha tierra, ¿no?, puedo cultivar jengibre, ¿tienen jengibre?” También piensa en otros lugares para ir a vivir como Corea del Sur, otro destino favorito para los nigerianos. Pero desistió porque le pareció “muy competitivo”.

 

Personas marchan por una calle de Abuja, Nigeria, durante una protesta silenciosa el 13 de abril de 2015, pidiendo al gobierno que rescate a las niñas de la escuela de Chibok, secuestradas un año atrás.Crédito: Sunday Alamba — AP

 

Ebenezer se recibió el año pasado en la facultad de ciencias sociales de la universidad estatal, a pesar de haber logrado cursar solo un semestre luego de que las autoridades decidieron suspender la clases por temor a que los grupos del movimiento islamico Boko Haram realizaron secuestros de estudiantes.

A mediados del año 2015 casi 300 estudiantes fueron secuestrados a la salida de las  escuelas en el estado de Kaduna en Nigeria por hombres armados, las “chibok girls” a menos de 40 minutos de su universidad. Estas experiencias reforzaron su compromiso con el estudio y su mirada del mundo y se nota “vengo de un entorno muy por debajo de la clase media, así que viví en carne propia la desigualdad de la que hablo. Sufrí discriminación en universidades, hospitales e incluso iglesias. En los hospitales, por ejemplo, podés estar muriéndote, pero si no sos rico o tenés contactos, tenés que esperar en la fila. Vi gente perder la vida solo por ser pobre. Incluso en algunas iglesias hay segregación por clase: a los chicos ricos los tratan diferente que a los pobres. Si no tenés cuidado, esas experiencias pueden generar complejos de inferioridad o incluso depresión. Todo eso alimentó mi pasión por luchar por la justicia social”

Algunos temas dan la impresión de entristecerse, en especial cuando empieza a suspirar y revolotear los ojos para cualquier lado, pero luego ordena sus ideas y retoma la palabra  “los africanos se olvidaron de sus raíces hace mucho tiempo”, por eso para entender sobre la sociedad africana hay que leer a  Walter Rodney. Y no es sorpresa que lo vea como guía, Rodney fue uno de los activistas y académicos más importantes de África, hoy aparece en cada bandera como emblema decolonial. Ebenezer lo admira pero su imagen lo motiva, sabe  que ser un joven científico social en Nigeria hoy en día es tanto emocionante como frustrante, por eso sueña despierto para progresar y construir “Uno de mis sueños más grandes es promover la unidad entre los nigerianos más allá de las líneas religiosas, tribales y étnicas. Quiero ayudar a crear una sociedad donde nos veamos primero como seres humanos, donde nuestra humanidad sea compartida pese más que las etiquetas. Imagino programas, charlas y plataformas que fomenten la tolerancia, la comprensión y la paz. Creo que esa unidad es posible, y que es la única forma en que Nigeria va a desarrollarse de verdad.”

Lo que quiere es irse, pero no rendirse.

Pero no se va. Todavía no.

Quizás porque aún le quedan materias. O porque aún cree que algo puede cambiar. Pero  habla de su generación, lo hace con esperanza. “Podemos romper estos ciclos”, insiste. “Tenemos las herramientas, pero también muchos obstáculos: religión, etnicidad, política. Todo nos divide. Pero yo quiero unir”.

¿Y si no puede irse?

“Entonces me quedo a ver la revolución”.

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Lo Político

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